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04/06/2015 al 14/10/2024

Exposiciones

ESPACIOS DEL ALMA - 3 ESCENARIOS DEL ARTE CONTEMPORÁNEO

 

Los espacios del alma

Riccardo De Marchi, Orna Feinstein, Jonathan Leach, Brookhart Jonquil, Wade Kramm, Bruno Munari, Paul Myoda, Raffaele Rossi, Amie Adelman, Richard Anuszkiewicz, Verónica Vázquez, Frank Stella.

Por Elena Forin

 Existe un momento concreto de la investigación artística contemporánea en el que la integración entre espacio y percepción visual alcanza territorios extraordinariamente productivos. De hecho, los valores de las investigaciones ópticas siguen, cada vez en mayor medida, direcciones ambientales y monumentales que expanden la presencia de las imágenes en el espacio y permiten la aparición de acontecimientos visuales reales más allá de la superficie del cuadro.

El GRAV, el Grupo T, el Grupo N y otros movimientos (no solo europeos) centraron su interés en torno al espacio visual y abrieron una vía de investigación que aún no se ha agotado. En esta exposición —una heterogénea recopilación de obras de diferentes generaciones y campos de investigación que, en parte, abrazan estas raíces ópticas y cinéticas, y en parte las superan— se muestran algunas de estas direcciones.

El punto de partida ideal de este viaje a través del territorio de la percepción lo constituyen tres obras de tres grandes maestros del arte contemporáneo: Frank Stella con Redjand de 1982, Bruno Munari con una Curva di Peano de 1991 y Richard Anuszkiewicz con una obra de 1984, Temple of the Dusk Blue.

De Stella se documenta en esta exposición la fase objetual que inició a mediados de los años 70 y en la que el artista, aun permaneciendo fiel a la pared, se expande por el espacio circundante. En este periodo, en el que los movimientos y la evolución de las formas se reducen a los valores sígnicos y visuales del dibujo, la extensión de la obra cubre áreas extraordinariamente amplias que desafían la percepción y la propia estructura del espacio interior y exterior de la obra, y cuestionan los procedimientos y la presencia del público en el contexto expositivo.

Alrededor de estas dinámicas giran también las experimentaciones de Riccardo De Marchi, Wade Kramm, Paul Myoda y Verónica Vázquez: para todos ellos los «espacios del alma» tienen, de hecho, una dimensión inclusiva y monumental.

A través de sus superficies reflectantes, grabadas y perforadas, De Marchi conduce al público hacia una experiencia que no es una mera participación emblemática en la obra, sino un diálogo único con una realidad atravesada por agujeros que son huellas metafóricas e improntas del tiempo. Verónica Vázquez, por su parte, crea con sus vacíos un hábitat, un lugar contenido y atravesado por el vasto espacio que lo rodea, una zona en la que es posible experimentar con los límites entre inclusión, pertenencia y separación. El propósito de identificar las dimensiones invisibles e inaccesibles del espacio es una característica de la obra de Wade Kramm, en cuyas intervenciones las líneas de puntos se extienden por paredes, suelos y techos, para mostrar el espacio a través de una lectura de sus posibles volúmenes. Con un sistema de led, acrílicos reflectantes y microprocesadores, Paul Myoda trasforma las salas de exposición en auténticas experiencias multisensoriales en las que el público, rodeado de luces y reflejos, se siente inmerso en un contexto híbrido entre naturaleza y ficción, entre organicidad y artificialidad.

También en la obra In a Perfect World (III) de Brookhart Jonquil (y, en general, en todas las propuestas de este joven artista americano) se cuestiona profundamente la percepción del espacio y su activación: la obra, invasiva y caracterizada por su gran carga de energía potencial, plantea continuos desafíos a la presencia y a la mirada del espectador.

Jugar con la percepción visual es, igualmente, el camino elegido por el genio poliédrico de Bruno Munari: a través de las artes visuales, la didáctica y el ensayo, su trabajo realza los recursos inagotables de la percepción, poniendo en cuestión planteamientos y comportamientos estéticos normalmente asumidos y aceptados. Un ejemplo de ello es la serie dedicada a la Curva de Peano, el teorema que identifica la presencia de una curva continua capaz de cubrir el espacio de un cuadrado: Munari añade a esta situación perceptiva insólita la variable del color, creando mapas suspendidos entre el rigor y la paradoja.

En el límite de esta singularidad ligada a la imagen se encuentran también los monoprint de Orna Feinstein: figuras, formas y materiales de todo tipo se pueden utilizar para dar vida a híbridos visuales únicos, llenos de fuerza y de misterio.

Además de Munari, la relación entre geometría y percepción visual representa también un «territorio del alma» para Richard Anuszkiewicz: de hecho, sus arquitecturas cromáticas y formales se originan a partir de una reflexión que combina los efectos dinámicos de la obra en relación con la luz. Alumno de Josef Albers, Anuszkiewicz ha reflexionado sobre todas estas cuestiones desde los años 60 hasta hoy, moviéndose entre la coherencia y la innovación y ofreciendo a las jóvenes generaciones un estudio profundo de las infinitas potencialidades de la variación y de las matrices comportamentales de la obra en respuesta a diversas variables.

Jonathan Leach y Amy Adelman, el primero con derivaciones primordialmente arquitectónicas y naturales y la segunda a través de instalaciones basadas en sistemas de investigación más rigurosamente ópticos, demuestran la vigencia de esta vía de investigación en torno a la presencia, la permanencia y la percepción del individuo y del mundo: en momentos de incertidumbre como el actual, estos artistas muestran el camino de un universo mensurable que, sin embargo, deja un amplio margen a la individualidad y al surgimiento de experiencias inesperadas.

En esta muestra —que, aunque con diferentes manifestaciones, se ha organizado rigurosamente en torno a una línea temática— la única excepción estilística la constituye la pintura de atmósfera de Raffale Rossi: su fuerte valor narrativo nos conduce al interior de una temperatura pictórica diferente que, sin embargo, está también intrínsecamente orientada hacia el movimiento y hacia tensiones poéticas únicas que no dejan a nadie indiferente.

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