Valentina Torrado
Ensayos en Rojo Neón
“Berlín no tiene mar. Quizás ese sea su único pecado, que se desvanece entre su dinámica y, sobre todo, entre los torrentes de creatividad y vanguardia que exuda.
Le falta aquel lugar donde se materializa la sensación de escape a la civilización y a todo lo que nos llena, pero que al mismo tiempo nos abruma. Allí donde contemplando su vasto horizonte infinito, nos lleva a soñar con la libertad en su esencia más pura…
Pero ese sentimiento sólo se conoce si se lo ha vivido antes. Quien añora al mar es porque lo ha sentido, ha disfrutado de hecho de esa libertad y ese desapego que transmite su inmensidad.
Se siente la tentación de cerrar los ojos ante tal imagen, para continuar visualizándola en tonos volcánicos fluorescentes dentro de uno mismo, en un intento de inmortalizarla, aunque luego se difumine lentamente de la consciencia pero que se esculpirá silenciosamente en el inconsciente.
Esas imágenes, que nos recurren luego en sueños y nos recuerdan lo que en ese momento nos falta y añoramos, son impulsos en una catarsis que nos lleva al recuerdo del anhelo del mar y de toda su inmensidad.”
Texto por Ponciano M. Torrado
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